Me gustan los números irracionales porque en su interior germina la definición del amor. Aunque éste tiene una expresión que seduce todos los lenguajes, creo haber hallado una notación más horizontal. Me encontraba contemplando las laderas de mi vida, pensando sobre mi tiempo y caudales de café; fue entonces que encontré una de las causas por las cuales mis señoritas me abandonan: el amor divide sin tener un resultado acabado. Es decir, un número racional se representa como p/q; por ejemplo, 10/2 = 5; es un número racional, y también es un número racional su inverso: 2/10 = 0.2. Y creo que ese es el amor que busco: tú encima de mí (tú / yo = ℝ) o yo sobre ti (yo / ti = ℝ); tendría que representar un escenario posible, acabado, un resultado real mientras dividimos el mundo juntos. Pero el amor sigue a los números irracionales, ese conjunto de piezas de laboratorio que nunca pueden ser representado como un cociente; son los mismos números que le han dado a nuestra humanidad cierta huella universal. Por ejemplo, phi (φ) encuentra una función estética y sustentable dentro de la arquitectura; pi (π) nos ha servido para estructurar un mundo digital y financiero (también en su interior se condensan todas las cifras que el Talmud sólo alude para inscribir El nombre). De estos dos números (φ y π), nunca podríamos saber su valor; todas las computadoras se han perdido en las aparentes últimas cifras de su laberinto para reconocer el resultado pretérito de la imposibilidad. Pero como dije, se les puede brindar una función aunque no sepamos exactamente cuánto valen, entonces el amor sucede igual: alguien se trepa o se divide sobre alguien más y el resultado nunca será preciso. Si Tú / Yo = 'ℝ sería la prueba verdadera del amor. No existe un plano posible para desintegrar lo irracional: su expresión no es ni exacta ni periódica y el amor se resguarda allí esperando su fisión.
🖮︎ Septiembre de 2023.