La dilación de Andrómeda

Eduardo Yael ♌︎

Antes del paréntesis de apertura sólo puede haber puntos suspensivos o punto que cierran la frase anterior; los demás signos de puntuación deben posponerse.
—Roberto Zavala Ruiz.

A lo largo de los calendarios, una de las satisfacciones humanas se incluye en la escritura. No sólo su delicada elipsis temporal conduce el arte de las apariencias, también está la disolución del escriba; tentativa que recuerda a la mayoría de los ejercicios o seguimientos espirituales. ¿Qué busca mi rostro desaparecido dentro del texto? Creo saberlo aunque también disfruto soplar sobre las cavernas que me habitan, soplar ecos que modifican el trayecto recto, las orillas de relieve: ha escapado un sonido y su tensión se conduce por los ciegos canales de la vida; bastaría una resonancia descompuesta para equivocar los pasillos, los amores de gaveta, el cuerpo anunciado por el tiempo y la memoria. Con su dicción; Moisés abrió el mar resoplando palabras y estuvo cerca de tocar la dorsal poética que duerme bajo tierra. Si esas distinciones fueran certeras, es posible que alguno de nuestros reflejos coincida con nosotros, momento para el movimiento lento de pulgares, deslizar la seda sobre sus dos finas curvas meridionales que unen los polos de nuestra esfera: (Tierra). La luz y el sonido comparten propiedades fuera de los diccionarios; en mi ilusión, presiento que mi voz no podría abarcar esa cavernosa. ¿Qué será de mi cabeza resoplando entre los muslos?, ¿será la dilación al cumplir con una mitología extinta? El sonido es un halago de la lluvia, reptaré lento sobre tu cama para poder escamar nuestra alma en la oscuridad, la tensión de mis labios ha dejado escapar un Moisés sobre tu cadera y se abre un lago para alargar la suavidad del Vesubio de los calendarios; los sordos se entretienen viendo el ruido blanco pasear sobre las directrices del lenguaje escrito, al menos, sé que Gónzalo Rojas todavía veía todo el hueco del mar. Desde el otro lado, el sonido ha encontrado el camino hacia el exterior, se ha descompuesto hacia toda la historia del buceo teológico al saciar una onomatopeya. Algo aún de tensión sobre mi boca, el suave anís de las cenizas, las mareas tibias del resplandor de la dubitación del amanecer o anochecer, la cámara oscura delinea sus gradientes: una figura sin otra repercusión en nuestra fallida dilación, pronunciamos la etimología del mar y una Andrómeda vacía sonríe mientras me desvanezco.

Septiembre de 2023.