Prolegómeno para una teoría del prólogo

Los prólogos son estampidas incrustándose en el iris.
Clanes de hormigas nómadas que carcomen,
a medias, áreas de broca.
Son ensamblajes de la reflexión,
matrioskas larvarias,
mitocondrias disecadas,
herbicidas para las neuronas.
Exclusas a medio abrir,
rieles incompletos en la dentadura,
agrupación de aves carroñeras en torno al logos; cuartos
oscuros con fotografías que revelan, solamente,
destellos. A veces borrones.
Escorzos en cuadros que no tienen puntos de fuga quistes
localizados en algunas Obras reunidas,
oleajes cruzados de púas que rompen contra el lector.

c

Alacena

Doy techo a códigos de barras
horizontales o verticales;
a frascos con malacodermos en escabeche
para tratar la zoofobia.

Los arácnidos no piden mucho:
sólo incubar en cajas de cereal
donde las sorpresas son prismas con muescas.

Una vez abierta la demencia senil,
manténgase remojada en líquido cefalorraquídeo.

La obturación que ofrezco es única
nada permanece en su lugar
todo es cambiante bajo mis dominios.

e

Pelusa

En este espacio olvidado,
la intensidad de los ventarrones
determina el movimiento
de mis diminutos pelambres.

A veces, una luz visita este rincón asediado
sólo por moscas y mosquitos.


Un estornudo es vuelo bacteriano
pretexto para nuevas adquisiciones.
Aquí los ronquidos son alarma sísmica
y, en todo escombro,
hasta los más nimios mendrugos 
son parte de mi masa liviana. 

Soy un garabato que se traslada
en un piso de madera
tachado por la vacuidad. 

A lo lejos,
un alfiler se asoma
como una pista de aterrizaje.

o

Reunión

Si el lenguaje no puede manifestarse desde la cosa
entonces no pensemos que el vaso de plástico,
tirado en el piso, siente la apertura
el peso; no de los días,
sino del mocasín.

Por educación
habría que ayudarlo a llegar a la basura;
su condición parapléjica es evidente,
pero sólo queremos divertirnos.

Muy acertado de su parte,
señor Walter Benjamin,
el lenguaje de las cosas sí,
es imperfecto.

d

Primer encuentro

Tras deslizar las yemas por su esencia circular,
los dedos lanzan una esfera metálica,
brevemente, al aire
y, desde las alturas,
su masa lustrosa afronta residir
sobre un mundo habitado
por superficies planas, mientras
desciende,
el cuerpo fulgurante medita
en torno a su peso gravitacional.
Espera, determinado, un choque ruidoso,
una debacle redonda.

w

Segundo encuentro

El objeto dirigiéndose a un punto.
Colisiones de diferentes fuerzas:
artrópodo adherido a una telaraña
que, atenderá resignado
unos quelíceros puntiagudos.
La flama acercándose,
de manera discreta,
a un hilo de gasolina:
polvo que cae sobre un parche de tambor;
cortos trayectos en dirección
hacia variados efectos instantáneos,
sonoros o insonoros.

c

Tráiler de “Sin fin”. Primera parte (versión explícita)

Primera secuencia.
Escena: 1.
Interior: Hospital veterinario.

Tres segundos en negro.
Fundido a blanco.
Un búho regurgita una egagrópil.

e

Tráiler de “Sin fin”. Segunda parte (versión explícita)

Segunda secuencia.
Escena. 2.
Exterior: Día.

Un dragón de komodo
con correa y bozal,
acompañado de un actor con sotana,
entra y sale, repetidamente
por una puerta giratoria.

La cámara enfoca la cabeza de la criatura.
La criatura voltea hacia la cámara.

Cuando los espectadores se encuentren con los ojos del réptil,
sólo recordarán hasta sus últimos días de vida
al búho que regurgita una egagrópila
en el preciso momento en el que un dragón de komodo
con correa y bozal,
acompañado de un actor con sotana,
entra y sale, repetidamente,
por una puerta giratoria.

o

Tráiler de “Sin fin” (versión censurada)

El ave extirpa un reagrupamiento de carroña.
El bozal esconde lo bífido.
El lente enfoca espacios cutáneos en fractura
sobre un cráneo de constitución plana.


Cuando la óptica encuentra su reflejo,
ésta viaja al conocimiento de una misa imagen.

d

Tráiler de “Sin fin” (versión institucional)

Surgen praderas de egagrópilas
dentro de lo traqueal
del ave sinsalve,
de lo corroído sin lo estrepitosamente roído,
en lo continuo encalla Ouroboros,
raspante, al rozar el cutis pastoril
y de trayectoria actoral que dirige,
con ayuda de cableado,
el sentido bestial.


Auguramos repetición de sucesos cuando reaseguramos
la contemplación continua de un mismo recuerdo.

w

Tráiler de “Sin fin” (versión infantil)

Ouroboros es una bestia que se muerde la cola.
Ouroboros significa repetición.

c

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ PRODUCCIONES, PRESENTA: relato de un sujeto que nunca ha naufragado y que no estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, ni fue proclamado héroe de la patria, ni besado por las reinas de la belleza y, mucho menos, hecho rico por la publicidad, ni aborrecido por el gobierno; es más, ni olvidado para siempre.

Para A.O.

El enajenamiento es un arpón oxidado
que se incrusta en la neurona.

Vi a las pirañas armar una pelea en la tina
donde tenía los pies sumergidos,
pero no dejé que amputaran mi grasa:
me las comí con galletas saladas y,
por supuesto,
no dejé propina.

e

Habla

Mi lengua participa en debates de poca duración;
se traba, se adhiere al paladar,
ahí se queda
en el techo.
Es una esponja seca
que limpia escafandras
colgadas de las ramas,
hasta que el fluir del agua
la hace volver al principio de la plática.

o

Steve Irwin trepanado

Aguijón en ventrículo derecho,
compresa caliente
traspasada por picahielos.
Perforación acuosa
gracias al tapete batoideo.


Su aleta dorsal tiene escrita la palabra: elegía.

d

Estudio para cráneo

El sector parietal es una bóveda en blanco
donde el vértigo invade a cualquier mosca
que se posiciona sobre su superficie cuarteada;
la parte frontal, una muralla
un soporte para binoculares con córneas;
por debajo está el hueso occipital donde se atornilla la columna,
donde se conecta la escafandra de jaspe,
donde un hueso esfenoides, mariposa impar,
crea un nido larvario con curvatura porosa;
en el hueso temporal, los sonidos retumban
dentro de las cócleas hechas de piedra caliza;
lo cigomático revela la postura arqueada del calcio,
una cresta que, al ser escalada, dirige a las ojeras de cerámica
a una escama tensada en insomnio;
el hueso nasal indica filtración de partículas,
resequedad infinita y celdas abiertas,
su afilamiento puede desgarrar guantes de látex;
en el lacrimal, las láminas óseas derraman
llanto melancólico o bufonesco
y el hueso palatino funciona como un imán de obleas.

w

Hecatombe

Una gota resbala por un barandal.
Se esparce lentamente por la carretera de
zinc, deja rastro de pureza, deja un eco
líquido
que a su paso succiona otros hidrógenos.


Al concluir su acto temerario,
aquel ejercicio de paciencia,
la nimiedad habrá estallado
como un kamikaze acuoso
sobre cualquier mollera,
sobre terrenos foliculares
donde algunas liendres 
perderán, tras la inundación, 
sus condominios.

c

Dos occisos

Estrujo aéreo del cadalso,
glotis sujetada al alambre,
retina cabizbaja que observa
lumbares apuñaladas
y una necrótica, como túnel vehicular,
donde nadie transita.

e

Herido por arma de juguete

No estudiar el lugar de los hechos,
sino el tipo de respiración
al momento en el que un diábolo
—microscópico mangual
proyectado hacia el rostro—
acierta directo al cuello
y cómo su apresurado rasgueo forma un cráter.

o

Liberación prolongada

Farmacia aérea con revistas.
En sus portadas hay modelos súper golpeadas
por la fama del desnudo.
Pido metilfenidato,
su presentación viene en aureolas,
también unas turbinas fluorescentes
que succionen reumas.
La mitocondria debe ser tallada con lijaindustrial;
la desolación no es gas permeable,
sólo trituradora genética
y el proceso curativo
no requiere de nubes atrapadas en ventiladores
ni de musgo empaquetado.

d

Aborto de langosta

Cetáceo extraído de la coraza,
embrión que se tambalea, rojizo,
en sales.

Un marino lo aplasta
mientras Gérard de Nerval
compra una correa
para su primera mascota.

w

Jan Sanders van Hemessen: El Cirujano

Frente a la retina, el tajamiento es occipital:
lo bermejo se desborda junto con la demencia
en forma de piedra.

La sinrazón en los aparatos quirúrgicos
trincha supuestas cuitas.
Detrás de los actores el paisaje es brumoso,
se asoman construcciones enladrilladas.

Al lado del lienzo un letrero con imperativos,
con otras formas de tasajear la voluntad:

“No tomar fotos con flash.
No mascar bisturís sin servilletas”.

c

Quiebre

Después de la inclinación momentánea del pupitre,
del balanceo provocado por el movimiento de los pies,
el armazón cilíndrico del grafito resbala sobre la paleta;
sobre una superficie sin trincheras donde el cuerpo pueda encallar.

Un movimiento rápido de la mano acude a su rescate
pero, se acabaron los tiempos de heroísmos
y el grafito impacta,
su punta se fragmenta en cámara rápida
causa sinuosidades pasajeras
ecografías imposibles de detectar
bajo el techo laminado del aula.

Frente al artefacto amarillo sincresta, 
sin agudeza, tatuado con el número dos,
una repisa contiene el Atlas Ocular,
paciente, ciego
en sus páginas sin ácidos.

Por mi parte,
nunca entenderé esa física escondida
detrás de todo objeto 
que decide precipitarse
hacia las fuerzas de gravedad:
me reprueban, 
no habrá diploma.

e

Ejercicio uno: el título

Quipu cosido al surco de la tráquea:

cicatriz cabizbaja
en un cuerpo sofocado que,
como una aguja con queloide trenzada al hilo
y en puntiagudo oscilar,
ya no agujerea.

De las siguientes opciones,
¿cuál es el título que considera apto para este texto?
  1. Constricción cervical.
  2. Se ahorca con smoking para los lectores preciosistas.
  3. Colgado después de contraer matrimonio.
  4. Torcedura del lenguaje.
  5. Tráquea de Gombrowicz hecha nudo.
  6. Todas las anteriores.
  7. Ninguna de las anteriores.
o

Primer canto a la guerra de todas las nimiedades

Ocho mil sillas plegables se congregaron
para exigir la renuncia
de varios sillones ubicados
en distintas oficinas de la ciudad.

Debido a la tala inmoderada de árboles
y a la construcción de un segundo piso,
tres colibríes llevaron a cabo una huelga de hambre:
abstención de néctar por tres meses.

Un maniquí, cuerpo parapléjico de nacimiento,
en protesta por la contratación de una Barbie gigante
como nuevo modelo de aparador,
se aventó desde un octavo piso
con todo y su silla de ruedas.

Para exigir la reconstrucción de su madriguera
destruida por albañiles,
unas tarántulas decidieron inmolarse
frente a unas oficinas gubernamentales.

Con el fin de solicitar la detención
de millones de plumeros,
quinientas aspiradoras se reunieron en Central Park,
formando una gran capa de polvo.

d

Segundo canto a la guerra de todas las nimiedades

Aquellas sillas
son puro metal oxidado en el basurero.

Los colibríes cayeron por falta de pulso cardiaco
restos del parapléjico fueron cremados
las aspiradoras destrozadas a palos.

Y los cuerpos humeantes de los arácnidos
sólo provocaron un olor extraño
para los transeúntes.

w

Tragedia díptera

Áyax se precipita hacia el punzar:
mezcla poro con latón,
afila su vientre con el acero,
abre compuertas epidérmicas,
se incrusta en lo limítrofe del filo.

A sus pies yace Cólera
bajo la forma de equina cabeza cercenada:
sin bellas crines
y, sobre su lengua distendida,
un ejército de moscardones contempla
entre zumbidos panegíricos,
previo a la fumigación de su ciudad larvaria,
el alba necrótica del paladar.

c

Radiografía de Francisco de Terrazas

La luz muestra flexiones contrarias:
grietas que se ensanchan en el carbón blanco,
unas rótulas desgajadas convertidas en filosas piedras,
dislocaciones de los bordes porosos
donde antes unas basas de marfil 
soportaban los huesos femorales,
columnas de alabastro
que ya no son vivo edificio
obrado del artífice del cielo.

e

Cartera de Alejo Carpentier

La cartera es una alfombra
que puede ser desplegada en cualquier parte;
portal hacia un abismo palpable,
sin fondos económicos ni astrales,
prisión de otra prisión:
el pantalón.


Perfecta lámina de cuero
para guardar platerías:
de plata la tarjeta de crédito,
de plata los boletos del metro,
de plata los recibos para un contador que,
con su traje todo de plata,
deducirá impuestos.

o

Reclamo de un bombillo

Salí de una placenta eléctrica,
me inventaron transparente,
sin cicatrices y con un vacío,
simple vidrio soplado por Edison.

Mi posicionamiento en esta sala de lectura
me ha vuelto un dador de luz
antipático a la rima: 
contracción del lenguaje que disimula decencia.

Hay escupitajos de mosca trabados
en mis filamentos de wolframio,
también tengo excremento de ácaro
en el casquillo metálico.

Mientras permanezca inerme,
sólo me queda esperar
la extinción lumínica.

d

Estallido de un globo

Resuello hipertrófico e impalpable que
magulla tímpanos.
Navegante en pleamares de helio
cuya marca sonora volatiliza nuestra audición;
dispersa moléculas onomatopéyicas embauladas
en trombas instantáneas.
Pero no hay taludes fuertes en
la hinchazón ondulatoria
proveniente de la redoma flexible
—aerostato diminuto, nacarado,
anteriormente sujeto a la
pared— durante el estampido globular:
distracciones breves,
espanto momentáneo
y unas probóscides hambrientas
alejándose rápidamente del betún calórico.

w

Tradición bucal

Periodontal, infecciosa, de
la raíz nacido esmalte;
debajo de la encía
un premolar se ha convertido en arrecife.
El taladro destruye tundras,
microbios vestidos de sarro.
Entonces, un metal se mezcla en lo vibrante,
se une a la úvula
y el poema estalla en fonemas dentales
y el poema está ya en obituarios.

c

Estatua

Recogida por el trazo del pavimento
—copia metálica del espectro,
monumento a las venas
y quiasmas artificiales
tallados por la lima—
telón de acero
que rebana un vientre oxidado,
un contorno hueco,
la mímica paralizada
de un saludo incompleto.

e

Cráneo de Australopithecus

Urna marrón
donde ni la tinta de mármol
sana lo reseco.

Cráneo:
palabraagrietada, empleada
para escribir muerto,
en lugar de “hallazgo”.

o

Cuadrúpedo tuerto

Mutilación esclerótica,
daguerrotipo invadido por humo,
avistamiento amargo del signo
desde una zanja carnosa pegada al rostro
donde antes: iris con vidrio,
clausura parcial del sentido,
ganzúa flamígera
tendida en el recuerdo negro,
lagañas que exponen derretimiento punzante,
muestrario de retinas quirúrgicas
hilvanadas con pestañas,
y el pelotón del glaucoma que asiste al
gesto incompleto de un ladrido.

d

Parasitosis

A través del monitor se observa
una ameba con zancos que evade úlceras,
el intestino grueso es ahora falansterio dañado, la
leche de magnesia genera arroyos
y las solitarias se sumergen con cautela;
un megáfono anuncia la digestión del colonoscopio,
los coágulos deciden hospedarse en el duodeno, hotel
sin cinco estrellas cercano al páncreas, glándula de
atracciones donde algunas células
se esconden para drogarse con insulina.

w

Baño de esponja

La pastilla de jabón es un submarino nuclear
anegado en aguas enemigas.

En el esquivar cauteloso de juguetes, minas
de contacto boyante,
su misión se retrasa:
bombardear con torpedos-lípidos
distintas capas de mugre;
en la parte abisopelágica de la tina 
un grupo de estómidos custodian
al tapón de hule con cadena que funge como ancla
que impide la formación de torbellinos.

Una palmada desata marejadas,
naufragio de cabellos,
y las natas aromáticas de la espuma
se asimilan a manglares blancuzcos
desvaneciéndose lentamente 
a través del desagüe.

c

Visión de máquina

Los drones sobrevuelan un atlas,
el chip se enraíza con la maleza;
un zoom al tornillo,
a la banda transportadora de maniquíes
que no están en desorden,
tan sólo posan su blancura.
Más adelante el zumbar robótico del colibrí
y, en la época del descubrirse,
aparece un plasma con noticieros:
en Oriente, los turbantes con Kalashnikov
han disparado un misil que roza pómulos infantiles,
que ocasiona radiaciones vertebrales.
En Occidente, los segundos pisos
se construyen sobre el lomo de tarjetas madre; las
caras cableadas se atiborran en plazas: viajero,
usted ha llegado a la región más transparente.

—Rasca CienHuevos

e

Autopsia a Manuel Acuña

Férrea, enguantada en blanco,
la mano izquierda, junto con el escalpelo
—nubarrón afilado de acero inoxidable—,
dan comienzo a una coreografía rectilínea
sobre aquella presencia supina e inerme:
la abertura deja al descubierto mangueras entrecruzadas,
incapaces ya de generar ondas peristálticas.

La luz del led, como una ráfaga estéril,
penetra un campamento linfático;
queda expuesta, también, una fauna de microorganismos
ahogándose en la resequedad bermeja.
Un olor a éter etílico se estampa en el tapabocas:
muro de contención textil, aduana para bacterias.

¡Y bien!, aquí estás ya… dentro del frío quirúrgico,
en el laboratorio soberano
donde una cámara frigorífica resguardará
tus partes más ilustres para propósitos de estudio, donde
básculas antiguas serán sus mecedoras
sin las molestas agitaciones del ánima.

o

Figura con carne, 1954

Mediante los poros,
Francis Bacon excreta un matadero;
una sotana purpúrea
flotante en óleo negro
desgarra texturas, añade paroxismo
a la exposición del torso vacuno dividido

—paralelo al de Rembrandt—
donde la abertura rojiza emana
miasma de solvente biliar;
suspendido a su putrefacción,
el trazo guillotina contornos,
tiñe a Inocencio X de amputaciones
cuya grisácea fisionomía
con meatos oculares,
en ornamentación cúbica,
desuella dendritas, estupefactas
ante la apenas perceptible fuerza gutural
incrustada, en el revés sombrío del lienzo,
mientras el grito desfigurado mantiene
nuestras faringes enmarcadas.

d

Último diagnóstico de la batalla

Guarecidos del hierro que a sus clavículas se dirigía,
exentos ya de una perforación al tuétano por el tétanos
—las cimeras de sus cascos abolladas por cíclopes
que arrojaban piedras desde las alturas—,
los guerreros tratan de recordar estelas sanguíneas.

En la piedra clavan otros mapas hechos de cuero cabelludo
y no de peluquines empolvados;
desean tomar a los pies de un Sófocles que los ciegue, que
los obligue a retazar rebaños,
verter un color innombrable por cuestiones de gastamiento estético.

Pero, 
la imagen de una escolopendra vuelta soga
para ahorcar armaduras sí es posible,
sólo es necesario inflamar su tejido,
sólo espere a Godot para intentarlo.

Mientras, 
sirvámonos de la tragedia como recurso poético,
al fin de cuentas no hay quién nos detenga,
henos aquí, palpables desde la retina,
orgullosos por alucinaciones que percibimos
tan sólo por el deseo de una diosa
cuyo alzhéimer llegó en forma de espejo
cubierto por una manta negra.

w

Subida del Monte Barroco

La corona en un montículo
florece sobre las fístulas.
En plena parálisis de falange,
el alpinista disuelve su escalar, fecunda,
perpetuo, su nervio derecho, su tendón
apunta fino hacia la cumbre
y el coleóptero postrado en su hombro
mana un recuento de perlas
que no son dientes con careta.
Supone que el trazo estilográfico no es sublime
ni siquiera esencial para una placa con su nombre;
prefiere salitre de alcoba,
el reflujo de un caparazón con inflación calcárea,
el clima frío del estetoscopio que todo lo mide a pulso,
la incrustación de altura en su mollera
o un pestañear instantáneo que todo lo carbonice.

c

Consecuencias de estar en la plataforma

Nos empalamos en un cuerno-cetro,
nos sentamos en primera fila,
delante de un planisferio,
en ambiente cítrico, de humor ácido,
el pulgar redime nuestras culpas, ¿te gusta?

Me gusta el cañón sobre un desfiladero de chatarra,
dispara una mantícora, su cabeza y cola de escorpión
lanzan otro veneno, menos recio, menos amarillo,
pero igual de nocivo, provoca fallas en la tiroides,
por eso las lápidas engordan,
por eso desenterramos cuerdas vocales,
todas juntas cantan un himno desconocido,
un más si osare el mastodonte a aplastarme
le diría que no, que ya me escaldé con tanta filigrana,
que la forma de este escritorio aplasta cualquier nadir.

e

Habitación con vista a la cuenca del cráneo

Todos postrados al final del día,
todos dormimos sobre catres que son trampas de oso.


El aburrimiento llegó a su capacidad máxima,
el aburrimiento es un yelmo que se oxida
en las alturas de una muralla ciclópea, 
es mejor mantenerse ocupado,
con demasiadas sales en la escafandra,
tantas que hasta desgastan cetáceos.


Abre los archivos:
encontrarás manías no resueltas, 
también un chillido de radar:
es la cólera,
oh, poetas,
del crisantemo que florece a medias
por falta de carbono.

o

Oscurantismo biológico

Los anélidos reunidos presencian el corte,
la degollación del celoma.

Un portaobjetos aterriza en la bandeja
(cadalso diminuto, helado)
para llevarse la resina que brota
tras aquella mutilación.

Varios ciempiés atestiguan,
resignados, el espectáculo.
Ninguno de ellos escribirá poesía
panfletaria, ni se interesarán por los ideales
gestados durante el Siglo de las Luciérnagas.

Decaerán, como es su costumbre
ante la autoridad invencible del microscopio:
trono de flagelos, televisión cuyos protagonistas
son haces de electrones que invitan a generar,
espontáneamente, ciudades pobladas por exoesqueletos
que adoran efigies con forma de trilobites,
donde exigir el fin de la experimentación
es penado con la taxidermia.

d

Anamnesis de la placenta

En la infancia alguien ponía a hervir uniformes
al interior de una colmena;

creaba granjas de tricomas en loncheras metálicas,
en la infancia no había necesidad de mascar cascajo, no
como ahora, que es obligatorio:
te tuerzo la tráquea, lechuza,
luego, ¿qué hacemos?
le pegamos a una coma dos tiros,
la dejamos expandida,
virando chueca hacia el párrafo,
pero la información dejaría de ser útil,
cabezas de cerillos sufrirían cefaleas,
les incrustarían suero en la astilla,
a las termitas un catéter,
en las fotos familiares no podríamos reconocerlas

y ya es tarde para suposiciones:
decidieron operarse con un cirujano de isópteros
y escribir un recuerdo es fingirlo.

w

Canto a un dios satélital

Jorge Cuesta recibe la transmisión de un satélite, y garantiza
que existe un código de condición escurridiza:
ni bien captado ni altisonante;
sus coordenadas atmosféricas la computadora rastrea
como una hoja de cálculo que diversos datos emplea
el científico diletante.


Tendida en códigos binarios la señal apunta,
al más tenue movimiento, a una Alaska difunta
con cabañas derruidas;
la onda se pasma y un eco de fax percute
en un cubículo sin decoración que mute,
con tuberías de fibra óptica malamente construidas.


Al final, logra la frecuencia clarear su significado,
expresa la retorsión de un ojo de pescado,
salmón robótico que en su movimiento de tuercas branquiales
olvidó drenar carbono metálico,
dirigirlo hacia una superficie en estado endoplásmico,
y el apagón salmónido suprime bases de datos biomateriales.

c

Somnífero caduco

El insomnio reposa sobre un témpano de hielo,
duelen las llaves inglesas
que abren los párpados;
los maléolos se enredan con las sábanas,
una memoria finaliza y comienza otra
para pernoctar al ras de una mampara,
no hay otro remedio más que rasgar cafeína.


Deglutir granos es mandar botes salvavidas al intestino,
sus vellosidades generan estuaciones,
dificultan el rescate de toda una tripulación 
de enterobacterias.

e

Leía un libro de José Kózer

cuando a ella le cayó lejía
en su mano derecha,
es alérgica,
consulté al dermatólogo
(tripofobia a los auriculares)
seis veces al día
frotar algo contra algo,
ya no recuerdo,
la edad afecta,
pensé untar cebada,
quién sabe,
podría funcionar,
pérdida de tiempo:
empeoró, cisterna con pus,
urgencias, luego regresar
al compromiso, corregir manual
sobre electrodomésticos,
soy un buen acompañante
y ella, aún vendada,
una excelente redactora.

o

En torno a la expression me vuela la cabeza

La cabeza es una escafandra 
que podríamos desenroscar de la
columna
y lanzar hacia arriba,
hacerla volar,
liberarnos de su compleja maquinaria
sensitiva
que nos embosca 
como una cámara hiperbárica.

Asumirnos acéfalos, 
deambular sin dirección, 
movidos sólo por las falanges de los
pies
en un espacio oscuro y desconocido,
inaudible,
donde nos asombramos ante nuestra
incapacidad
para saber lo que ocurre 
a nuestro alrededor.

d

Los Protistas

En la zona abismal del cubreobjetos hay heliozoos esféricos,
blanquinegros, lanzan hexagramas, son bestias fulgurantes
que despedazan ciliados. Los tripanosomas no lamentan
su condición asexuada, vía mitosis filman películas eróticas,
llenan las salas en cada estreno,
los paramecios se mueven a la manera de un trirreme, mantienen
batallas perpetuas con distintos calzados que, mediante
estratagemas, atacan charcos,
devastan sus metrópolis de lodo, pero siempre responden
con ofensivas más mortales, porque los mosquitos,
como aviones de combate, transportan en su saliva
militares esporozoos, bombas suicidas propagantes de malaria,
atentan contra la embajada celular del hígado;
desde los primeros geiseres, estos guerreros protistas
han forjado un imperio poderoso, tal vez
el origen del lenguaje se encuentra
en sus primeros nados, en su histriónica mudez:
anteriores a cualquier balbuceo cavernícola,
los poetas más antiguos fueron eucariotas
sin memoria ni bolígrafos ni imprenta.

						Para Helena

w

Hospital Cestodo

Membranosos en nuestro vitelo,
solitarios, nos inyectamos vanidad celular,
somos extensión que carcome,
intestino de reserva, trampas escólex
con alambrado bucal de púas


aferradas				estrujadas
al templo humano,		por el intestino delgado.


Lleno de vidrio, alguien viene de mendigar
y no está en éxtasis, probablemente
en molestia vertebral, probablemente alumno,
al otro día inhalar pavimento
en plena glaciación, mientras nosotros,
platelmintos sin empleo,
contemplamos las magníficas albas desde el cisticerco.


Si camináramos por pabellones desparasitados
el mundo tibio como lo conocemos
se desintegraría en contorsiones,
y no más crawl en los adentros
de este psiquiátrico estomacal.

c